“Gracias, papás, por siempre estar”, dice Coque, ‘el Equilibrista’

Llegó solo a Suecia y vive por ahora un sueño del que no quiere despertar

Coque comenzó a caminar cuando tenía un año y un mes, y en ese momento comenzó su amistad con el balón. “Desde ese momento amaba las pelotas, no le gustaba otro regalo de cumpleaños más que pelotas y balones. Jugaba todo el día a que le lanzáramos la pelota y él la devolvía con una patadita”, recuerda con cariño Caro, su mamá.

Muy rápido, a los dos años de edad, Jorge Manuel Morales Becerra empezó a entrenar futbol en un club llamado Sportium.

Y luego, desde los cinco, en el Nido Águila, vivió dos temporadas donde fue campeón. De ahí fue visoreado y lo llamaron al representativo de Pumas para jugar la Liga MX de su categoría. Rápido ganó la titularidad en todos los partidos.

Posteriormente se fue a jugar a Zacatepec y luego dio el paso a Correcaminos y Necaxa.

Con ese paso veloz, como el que requiere un medio de contención, como en su caso, pronto eligió su sueño: jugar en Europa.

Aunque quizás el sueño ya se cumplió, si se juega con la semántica, pues ya jugó en Cataluña y hoy se encuentra en Suecia, Morales Becerra apunta más alto. Con Lionel Messi como ídolo, Coque tuvo la oportunidad de ver al argentino en plenitud. A los 10 años fue a Barcelona, pues jugó un Mundialito en España representando a México con la Academia Aztecas.

En ese viaje, el profesor Honorino Uribe, quien debutó al hoy futbolista de Tigres Diego Reyes, los llevó al estadio a ver a sus ídolos mientras se encontraban en el torneo y éstos se acercaron a los niños a saludarlos. Barcelona enfrentó ese día a Espanyol, en el derbi catalán. Reyes se quitó la playera de los Periquitos y se la dio a Honorino. “En ese momento Coque se dio cuenta que su sueño se podía lograr. Esa acción lo inspiró y motivó a seguir con todo en el futbol, pues siempre ha dicho que quiere jugar en Europa, es su gran sueño”, asegura su madre.

Como casi en todos los sueños, “sucedió algo maravilloso” hace poco. Coque juega también desde primero de primaria en la selección de su escuela, donde su coordinador deportivo conoce su juego desde esa edad”. Jorge siempre jugó con niños más grandes, “iba en primero de primaria y jugaba con la selección de segundo, y así sucesivamente todos los años. Por la pandemia se suspendieron los partidos y las ligas en la escuela y, después de algún tiempo, se reanudó la actividad y lo citaron para un cotejo en el plantel”, relata Carolina.

“En el momento observamos que había varios profesores ajenos al colegio, lo cual nos llamó la atención, haciendo anotaciones y, al finalizar el partido, nos reunieron en el auditorio para dar una plática a los papás y nos explicaron que los chicos habían sido observados por entrenadores de Intercups, y que en ese momento se elegiría a una persona a la cual se le otorgaría una beca para asistir al torneo de la gira nórdica, totalmente patrocinado, y nuestra sorpresa y alegría fue cuando Coque fue elegido como único jugador, por ser el más destacado durante el juego”, recuerda con emoción su mamá.

“Las lágrimas nos llenaron los ojos y las preguntas fueron hacia Coque: ‘¿quieres ir? ¿Te sientes capaz de cumplir con ese compromiso de representar a México y a tu escuela? ¿Vas a formar parte de esta responsabilidad?’ Y su respuesta fue a todo ‘sí, estoy preparado para esto’”, agrega Caro.

“Emilio Herrera, al platicar con nosotros, sus papás (Carolina y Jorge), nos comentó que ya había visto jugar a Coque en otros torneos y que le parecía que era un gran jugador que podía complementar perfecto al equipo que iba a la gira nórdica, y ahí empezó su aventura, porque él se integra al final; de hecho, vuela solo con otro compañero y uno de los coach a París, con toda la responsabilidad de ir becado y patrocinado por toda su trayectoria futbolística”, destaca.

Es la primera vez que Coque viaja sin sus papás. “Fue muy difícil a nivel familiar tomar esta decisión, ya que siempre hemos estado en todos sus juegos, a la hora que fuera, lugar que fuera o el día que fuera. Era momento de que Coque creciera en lo personal y en lo futbolístico a sus 14 años de edad y que tuviera esa responsabilidad de cuidarse solo en un continente lejano”.

Cuando llegó a Estocolmo, lo primero que nos dijo fue “gracias, papás, por siempre estar junto con mi hermano Pato; siempre me han apoyado en todo, me ganaré mi lugar en este equipo”.

Intercups le ha brindado la gran oportunidad de jugar en este torneo a nivel mundial y abrir sus expectativas como futbolista, para emplear todo lo aprendido en sus torneos nacionales. Intercups logró un equipo de grandes futbolistas que, sin conocerse, pudieron hacer esa armonía de juego que necesitaban, destacando las habilidades de cada uno de sus jugadores. Gracias a ello llevan dos copas de oro y un subcampeonato”, sentencia Caro.

Con la meta fija y con una trayectoria que lo respalda a pulso, Coque ha hecho su parte, pero la otra viene de casa, donde, dice su mamá, “es un gran sacrifico el que hacemos como familia, ya que Pato, que también ama el futbol, todos los fines de semana juega, así que como familia nos dividimos para ir a todos los partidos, ya sean en Pachuca, Puebla, Querétaro, Morelia, etc.”.

Los sacrificios también están en el lado del joven: Coque nunca come en una mesa, sale de la escuela y se alimenta en el auto para llegar a tiempo a sus entrenamientos; ha dejado desde más pequeño las fiestas y actividades recreativas, ya que entrena diario y juega sábado y domingo, por decisión propia.

Pero no todo es futbol y también se destaca en lo académico: “Algo que admiro mucho de él es que, a pesar del tiempo que pasa entrenando diario, es un estudiante de excelencia; actualmente cursa el segundo año de secundaria, donde su promedio es de 9.8. Exenta siempre todas sus materias con tal de tener tiempo en el verano de poder jugar torneos”.

“Coque juega una posición muy difícil, medio de contención, y me refiero difícil porque son los que más corren y luchan, sin brillar tanto en un partido; sin embargo, a lo largo de estos años, hemos aprendido junto con él que una buena contención es fundamental para lograr esa distribución de juego y asistencias a gol”. Un equilibrista con “pases de terciopelo”.

Jorge, además, es muy empático ante cualquier circunstancia, pues “no soporta ver que la gente tenga necesidades básicas, como ropa, dinero, comida; no puede seguir si ve a alguien así, siempre ayuda al prójimo porque le pone muy triste ver esas situaciones».

Esa calidad humana, gestada en el núcleo familiar, y la que tiene como futbolista, le permiten a Jorge mantener el sueño y no parece que lo vaya de dejar partir.

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